Tiene 21 años
Tiene 2 hermanos
Estudia Psicopedagogía

Vive con toda su familia en una casa
La abuela es la matriarca de la familia
Arroz con leche me quiero casar, pero cuando yo quiera me voy a divorciar”, esa fue la versión de la canción infantil que me enseñó mi abuela, el revuelo que se armó en el colegio cuando la canté sigue en mi memoria. Recuerdo ser muy pequeña y estar tomada de su mano durante las marchas por los derechos de las mujeres y contra la violencia machista. Mi abuela es feminista, siempre he creído que lo ha sido durante toda su vida.

He vivido en la misma casa desde siempre junto a mi familia. Ahora somos 14, la mayoría mujeres, entre tías, primas y más. Creo que nací bailando. Cuando mis padres todavía estaban juntos fundaron un grupo de danza, casi nazco durante un ensayo y desde los tres años compito en eventos de danza del folklore chaqueño. Fue una niñez llena de arte.

Mis padres se separaron cuando era muy pequeña. Años más tarde pude conocer de forma cercana a mi papá y sentir ese apego, pero mi abuela y mi madre siempre estuvieron conmigo. Nunca me impusieron el estereotipo de que la mujer es delicada, sumisa ni nada de eso. Aprendí desde la cuna que las familias pueden estar conformadas de muchas maneras.
Algo que me apenaba contar, pero no lo hace más, fue que cuando yo tenía ocho años mi mamá tuvo una pareja cuyo hijo intentó abusar sexualmente de mí. A pesar de todo lo que aprendí desde la cuna y sabiendo que iba a tener todo el apoyo de mi familia, no quise contarlo en su momento porque él me decía que mi mamá iba a sufrir.

Hasta que un día exploté y se lo conté a una tía, mi familia se enteró y por supuesto me apoyó. Fui a la psicóloga en algún momento para hablar sobre ello. A los 11 años empecé a asistir a talleres sobre los derechos de las mujeres de varias organizaciones porque mi abuela trabaja con ellas y siempre me preguntaba si quería ir. Así arropada por esa fuerza fui superando lo vivido.

A los 16 años me integré a la campaña Actúa y me ayudó a comprender y superar muchas cosas. ¿Por qué?, porque contarlo puede ser un gran paso para seguir con nuestra vida. No somos lo que nos pasa, somos más que eso.

A dónde voy hablo sobre todo lo que ha aprendido en casa y en las organizaciones de mujeres. Recuerdo que en la adolescencia años hice una exposición sobre los derechos sexuales y reproductivos en el colegio, ello porque mis profesores no se animaban a hacerlo. Hasta el único novio que tuve se unió a Actúa y desaprendió actitudes machistas que eran normales en su familia.
A los 16 años me integré a la campaña Actúa y me ayudó a comprender y superar muchas cosas. ¿Por qué?, porque contarlo puede ser un gran paso para seguir con nuestra vida. No somos lo que nos pasa, somos más que eso.

A dónde voy hablo sobre todo lo que ha aprendido en casa y en las organizaciones de mujeres. Recuerdo que en la adolescencia años hice una exposición sobre los derechos sexuales y reproductivos en el colegio, ello porque mis profesores no se animaban a hacerlo. Hasta el único novio que tuve se unió a Actúa y desaprendió actitudes machistas que eran normales en su familia.

Muchas veces pensamos que el activismo en una ciudad tan inmensa como Santa Cruz no resuena como debería. Por eso, es tan importante educar sobre las formas de violencia machista, sobre los noviazgos controladores y las alertas que existen cuando nos vinculamos en una relación que busca someternos y no amar en libertad. Sigo marchando con mi mamá y mi abuela, hacer escuchar nuestras voces es más necesario que nunca, yo procuro hacer un cambio a donde sea que vaya. Nuestras voces unidas son más fuertes.